Pocos lugares son tan espectaculares e impresionantes en invierno para ir con los niños. En Laponia está la casa del auténtico Papa Noel y ya solo eso es un atractivo de peso para que muchas familias se planteen este viaje con ilusión infinita: Laponia en familia! Pero este viaje no se queda sólo en la ilusión de los pequeños. Los adultos vivirán también experiencias fascinantes, absolutamente únicas en bosques nevados que parecen de cuento. Mira todo lo que puedes hacer, hoy primeras pinceladas…
Elegimos como base de operaciones un pequeño pueblo filandés llamado Ruka, situado a unos 190 km del lugar más conocido de esta zona Rovaniemi. Un lugar apartado de los turistas, de los viajes organizados con manadas de turistas… un complejo de cabañas de ensueño junto a un lago y un bosque donde vivir experiencias un poco más personales, hechas a medida para nosotros. Olvidarse del mundo y de la gente y vivir durante unos días la auténtica laponia del fin del mundo…
Paisajes únicos que no hemos tenido que compartir con nadie (y me incluyo porque lo he vivido tan cerca con mis hijos que al escribirlo me sale así) Ver amanecer en bosques helados conduciendo un trineo y que el cielo te regale esto…
Conducir a toda velocidad una moto de nieve y sentir el frío terrible en la cara… pero sentir que lo que estás viviendo es único… y que nada de lo que hagas en Madrid puede compararse a la libertad de cruzar a toda velocidad esos paisajes…
Levantarse por las mañanas, abrir las puertas de la cabaña y desayunar con esto delante!
Pescar en el hielo con los niños y que uno de ellos consiga un pez más grande que los adultos…
Tocar renos y montarse en un trineo con ellos… los niños alucinaban! Toda la vida viendo los dibujos y las pelis de Santa y de pronto esos animales están allí, delante de ellos.. y les invitan a dar un paseo!
Y sobre todo y por encima de todo visitar al «auténtico» Papa Noel y escuchar sus historias, hacer galletas y cantar juntos villancicos que Papa Noel les enseño. Pequeños y mayores salieron de esa cabaña creyendo que sí, que Papa Noel existe y está allí, perdido en una cabaña de Laponia. Y que si la magia navideña se puede materializar en algo sin duda se acerca mucho a vivir esta experiencia.
No os voy a engañar. Me he muerto de la envidia. Me he pasado una semana viendo los cientos de videos que me mandaba mi marido, hablando por teléfono con mis hijos y escuchando sus historias y viendo fotos… y más fotos. Y pensando en que no me equivoqué. Siempre creí que este viaje podía ser algo incomparable con los niños y los que lo han vivido me lo confirman.
Y sobre todo, y a pesar de la tristeza infinita que no he podido evitar desde Madrid, he confirmado que hice bien el día que decidí que mis hijos no se perdieran este viaje con sus primos. Espero que lo recuerden siempre y sobre todo sepan apreciar lo afortunados que han sido.