Querido 2015…

Querido 2015…

Si tuviera que definirte con una palabra, colgarte un cartel creo que sería la palabra: “intenso”. No sabría decir si has sido malo o bueno… pero intenso mucho. Qué vértigo da hacer balance de un año así. Tan extremo, tan al límite, tan emocional, tan… Llorar, reir, caer, levantarse… cogerle la mano a Bárbara y saber que se para el mundo.

He vivido algunos de los momentos más duros de mi vida. Los 15 días con la bolsa rota, sin duda. Aún se me remueve todo al pensar en ellos. Pero el peor, sin duda, el de 5 de marzo, el día que nació. Cuesta mucho reconocer esto, no queda bien que lo diga una madre.  Fue terrible esperar medio drogada por tanta morfina el momento de  ver a mi diminuta niña. Muerta de miedo y cansancio.  No sabía si ella aguantaría las siguientes 24 horas. No sabía si yo sería capaz de aguantar también lo que llegaría a partir de entonces. Para una madre la definición de infierno es algo parecido a eso.

También he vivido algunos de los mejores. La primera vez que cogí a Bárbara en brazos, aquel día que sus hermanos la conocieron en el Hospital y sobre todo, el día que volvimos a casa juntos. Nunca olvidaré nuestro primer paseo los 5 juntos. Creo que flotábamos. La sensación de victoria era indescriptible. Derrochábamos tanta alegría que aquel día no había miedo por tenerla en casa a pesar de sus dos kilos. Todavía hoy miro las fotos y me emociono.

A pesar de tu dureza, 2015 has sido un año maravilloso.  Bárbara es lo mejor que le ha pasado a mi familia.

Cada vez que la miro sé que todas las lecciones que hemos aprendido con ella era imposible vivirlas de otra forma. Así que hoy haciendo repaso no veo dolor, sino lecciones. De las que te hacen fuerte, de las que son únicas.

Este año me ha hecho despojarme de muchas cosas y de muchas personas. Me he cansado de sonreir a los que no me sonríen y de dedicarle tiempo a los que solo piensan en ellos. Este año he decidido centrarme en lo importante. Tu, papa.  Ellos, mis hijos. Mi familia es lo mejor que tengo.

La resaca de tristeza sigue pasando factura. Durante los meses de hospital me mantuve fuerte. No había otra opción.  Necesitaba toda mi energía para ser capaz de sonreir a mis hijos en medio del terror. Para cruzar la puerta del hospital y que Bárbara tuviera una mama junta a ella.

Pero todo lo que guardé va saliendo poco a poco. Con las prisas, los agobios, con las noches de hospital sin dormir por la bronquiolitis, con el cansancio…a  veces mis hjos no tienen la madre que quiero. Me pesa la culpa.

Me he reencontrado conmigo misma. Con la Johanna sin máscaras, la que soy de verdad. La madre al desnudo que lucha, defiende, sufre, sonríe, juega, corre, vive. Y es feliz. A pesar de todo.

Querido 2015, gracias por el milagro que ha sido mi hija.

Lo mejor de este año: sentirse querida por todos los que estáis ahí. Y que este año y Bárbara hayan sido también un poco vuestros.

Querido 2016, sé bueno por favor.