He acostado a los niños, he cerrado la puerta del salón, he visto el árbol de Navidad y las luces recogidas… y me he puesto a llorar. Odio el 7 de enero. Me encanta la Navidad. Supongo que esto no es políticamente correcto porque la rutina es necesaria, ordena la vida, los niños tienen que ir al cole y bla bla… pero yo tengo una pena infinita. Del 23 de diciembre al 7 de enero soy más feliz: canto más, abrazo más, juego más y no tengo prisa.
Me encanta la Navidad sí.
Las desayunos en familia en pijama, sin prisa. Los Villancicos de fondo. Y oír a Bárbara con una pandereta cantando feliz: Avidad, Avidad… Hey».
La nochevieja con los primos y descubrir a las 11. 20 de la noche que se nos han olvidado las uvas. Y que los niños salgan con cestas y pidan uvas por el vecindario y consigan uvas para todos. Y éramos 17!
Las tardes de planes, de saltar en hinchables, ver a los reyes, merendar chocolate con churros y reírnos juntos sin pensar «en todo lo que tengo que hacer».
Montarnos en el coche y recorrer Madrid para ver las luces cantando y escuchando villancicos a todo volumen.
La actuación de los primos y el Burrito Sabaranero: dale a 5 niños pequeños unas panderetas y déjales hacer… el resultado es tan incoherente y tierno como divertido. No sé la de veces que he visto ya ese video.
Llevar cestas de Navidad a las familias que no tienen tanta suerte. Y ver que los niños vuelven a casa más pensativos y callados que nunca.
Visitar un Belén y pedirle a Jesús «por personas cercanas que esta Navidad no lo han pasado bien».
Las comidas en familia, esquiar con los primos, la guerra de bolas de nieve, con trincheras incluidas.
Y que termine la Cabalgata de Reyes y que tu hija te diga medio llorando que está triste porque con tanto paraguas no ha visto a su rey, Melchor. Y decidir probar suerte. Y echar a andar hasta la cabecera de la Cabalgata y alcanzar a Melchor. Y subirme en una valla y llamar por Facetime para que mi hija le viera. Y Melchor que vio el teléfono y supongo que pensó que mi hija estaba en otro continente, le mandó un saludo a la «madrezumbadasubidaenlavalla».
El brillo de sus ojos cuando me despiertan el 6 de enero gritando: «mamaaaaaa los Reyes Magos han estado en el salón y nos han dejado una foto! »
No olvidaré mientras viva esas caritas y esos nervios con la foto en la mano. Y a mi hija que me dice: «claro, como me vio por el teléfono, nos ha dejado la foto porque ya nos conoce» . La Magia es eso.
Son días únicos y yo adoro la Navidad, sí. La disfruto a tope. Vivo cada día con una sensación de tranquilidad y alegría que no tengo el resto del año. Y tengo creo que ha pasado muy rápido. ¿A vosotros os pasa?
A partir de hoy empiezan las prisas, los agobios y la lista de «cosas pendientes» que dejé apartada el día 23.
Creo que mi propósito para este 2018 va a ser precisamente este: intentar jugar y disfrutar con más calma los 12 meses del año. Dejar de vivir corriendo y pensando: no llego a todo. Y pasar más mañanas en pijama sin mirar el reloj y días de planes bonitos centrada en ellos y en disfrutar. ¿Lo conseguiré?
Este año he compartido todos esos momentos en Instagram stories! Gracias a todos por acomparme también allí.
HOY SÍ, EMPIEZA DE VERDAD EL AÑO. !A POR ÉL!