Me paso el día dando consejos que no cumplo. Escribo sobre «pisar el freno» y vivir despacio, sobre ser positivos y disfrutar la vida con una sonrisa, y últimamente hago todo lo contrario. He pasado un otoño un poco gris. He estado gruñona y triste por razones tontas que no vienen al caso. Son pequeñas sí, pero se amontonan. Y el trabajo se acumula… y los niños quieren atenciones y su espacio… y el día tiene 24 horas. ¿Dónde están las 8 que me faltan?
Me enfado conmigo misma cuando me pongo tristona porque me recuerdo cada día la suerte que tengo. Pero a veces mis argumentos no funcionan y este otoño ha habido varias semanas un poco cuesta arriba. Demasiadas cosas que hacer. Sueño con terminarlas porque «la siguiente será mejor» pero llega y no es verdad. Es parecida.
Nunca me había pasado pero este otoño sí, está siendo un poco melancólico y agotador.
Y además creo que no salir de casa los fines de semana me afecta. He pasado mucho tiempo yo sola con los tres. La gente me dice que estoy loca por viajar tanto y ¿sabéis algo? Yo me vuelvo loca quedándome en casa, ja,ja.. Hace dos semanas decidí que me iba donde fuera (no salimos desde agosto) y hemos improvisado el fin de semana en Oporto. Y el sábado me fui a la Granja de San Ildefonso a dar un paseo y desde entonces ya veo la luz. Unas horas al aire libre paseando con mis hijos por un sitio tan bonito me han cargado las pilas. Creo que tengo una tara: soy viajera «genéticamente» ja,ja..
Por fin ya es viernes. Y la semana que viene es Halloween. Y yo me he jurado a mi misma que voy a dejar de correr. Que voy a tomar nota de las frases que os escribo. Que la felicidad es una actitud. Que la vida pasa mientras nos quejamos. Y que vivir es lo único urgente. Venga, vamos a hacer magdalenas de calabaza este fin de semana con los niños sin mirar el reloj. Vamos a disfrutar de verdad del placer de pasear, jugar y perder el tiempo.
FELIZ FIN DE SEMANA!