Ayer leí esto en un blog y cientos de sentimientos y pensamientos se movieron por dentro. «Los hijos no se van, la vida se los lleva» decían las primeras líneas.
A veces cuando pienso en mi pasión por viajar y hacer cosas con mis hijos creo que en el fondo lo que hay es un poco de miedo. Miedo a perderme algo, a tener la sensación dentro de unos años de no haber aprovechado cada segundo de su infancia. A mirar atrás y sentir que dejé escapar momentos. ¿Nunca te han entrado estas dudas?
Decía el texto…
«LOS HIJOS SE VAN…
Hay que aceptarlos con esa condición, hay que criarlos con esa idea, hay que asumir esa realidad.
No es que se van… es que la vida se los lleva.
Ya no eres su centro.
Ya no eres propietario, eres consejero.
No diriges, aceptas.
No mandas, acompañas.
No proyectas, respetas.
Ese momento llegará. Lo sé. Y no os voy a engañar, me da miedo. Me quedo corta: me aterra. Sé que algún día sólo podré acompañar, respetar y esperar que no se equivoquen. Por eso quiero viajar con ellos, enseñarles, mostrarles el mundo, las culturas, las diferencias… y disfrutar de decenas de planes antes de que sean ellos los que me digan que ya no quieren irse conmigo…
Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas.
Ya les crecieron alas y quieren volar.
Ya les crecieron raíces y maduraron por dentro.
Quiero que esas raíces sean firmes. Que estén preparados para la vida. Que sepan desenvolverse en todo tipo de situaciones, que sean flexibles, amables… y creo que sacarles de casa y enseñarles lo grande y variado que es el mundo es una forma de conseguirlo.
Tú quedas adentro. En el cimiento de su edificio, en la raíz de su árbol, en la corteza de su estructura, en lo profundo de su corazón. Tú quedas atrás. En el beso que les mandas. En la oración que los sigue. Tú quedas siempre en su interior, aunque cambies de lugar.
Los hijos se van… pero antes de que eso ocurra…
Yo quiero ser una persona que les cuente cuentos viendo castillos, que se ría con ellos cogiendo setas mientras buscan a los pitufos
Quiero disfrutar de sus caritas descubriendo experiencias nuevas, como pisar la nieve.
Quiero sentir y que sientan que somos un equipo. Y que todo lo bueno y malo de esta vida podemos vivirlo y pasarlo juntos.
Quiero ser una mamaviajera…
Y sí, llegará el día que viajen sin mi… pero para entonces quiero ser… su casa, a la que volver.
Qué bien que te ha gustado tanto como a nosotros. Lo has plasmado muy bien en este artículo!
Gracias!!! Si, lo leí en vuestra web y no podía sacarme esas frases de la cabeza… Es un texto tan bonito.
Muchas gracias por descubrirmelo. Que suerte tenemos de ser familias viajeras. Un abrazo!
Qué palabras tan lindas! Me encantan tus reflexiones… Me quedo con la primera frase «Los hijos no se van, la vida se los lleva…»
Gracias Sandra!!!!
¡Qué bonito post! Ayer me decía una compañera que mis hijas estaban teniendo una infancia feliz y yo me emocioné. Es justo lo que quiero, acompañarles en esta etapa y disfrutar de ellas al máximo. Ains… son todavía tan peques y da cierto vértigo pensar en lo que vendrá después!
Las madres que os esforzais en disfrutar y hacer planes con los peques podeis estar satisfechas de verles felices… No tengo ninguna duda de que tus hijos lo son! Un beso
A veces nos da la sensación de que tenemos la propiedad de nuestros hijos, son nuestros, los hemos llevado dentro, hemos sufrido con ellos y por ellos, los hemos protegido, etc…pero leí en una ocasión (con mucha razón) que simplemente somos sus compañeros estando más o menos presentes en función de las circunstancias de sus vidas….da penita por todo lo que suponen para una madre pero que gran razón. Un abrazo Johana.