Pareja, además de padres

El fin de semana pasado hice una escapada romántica sin niños. Fueron solo 24 horas y muy cerca de casa, a Toledo. Pero disfrutamos tanto… qué bien sientan estos ratos de adultos y de complicidad de vez en cuando. Fue una escapada improvisada. Mis padres me pidieron que les llevara el sábado a los niños a dormir a su casa, me metí en internet a ver si encontraba un hotel chulo a buen precio… y lo encontré ja,ja…

Hace algún tiempo leí un reportaje. «Por qué pongo a mi marido por delante de mis hijos«. Dice así: «El razonamiento de la autora es que ella y su marido son un equipo, y que los equipos vencedores practican juntos y llevan a cabo una comunicación abierta. Está claro que conseguir esto último no siempre es fácil si los niños están constantemente interrumpiendo conversaciones (y momentos sensuales), por lo que los instantes robados lejos de los pequeños son imprescindibles. Lo siento, niños, pero a veces mamá preferiría acurrucarse en el sofá con papá en vez de jugar por enésima vez con vosotros en ese mismo día»

Defender los momentos de pareja… difícil decisión cuando eres madre o padre. ¿Tú consigues hacerlo? ¿Eres capaz de priorizar al adulto que está a tu lado?

Yo lo intento. No siempre lo consigo. Es innato: mis hijos son primero, siempre. Desde que soy madre la felicidad máxima es estar con ellos. Y cuando hago pequeñas escapadas y paso unos días sin verles, los echo de menos infinito. No soy capaz de alejarme mucho ni demasiado tiempo.

Pero he conseguido sacar nuestro espacio. Todos los años nos obligamos a tener un fin de semana para los dos. Y muchos viernes salimos a cenar. Estoy de acuerdo en que invertir tiempo en la pareja repercute en el bienestar de la familia. Pero encontrar el equilibrio perfecto no es fácil. Llevo años buscandolo. Haciendo malabarismos para tener contentos a unos y otros. La familia es mi bien más preciado pero a veces es frágil.

El reportaje del que hablo va más allá: «Pedir a nuestros hijos que esperen un minuto o decirles que no no les va a herir su incipiente autoestima. Mostrar amor y aprecio por su otro progenitor no les va a dañar su delicada psique. De hecho, es más bien todo lo contrario. Al hacer de nuestra pareja, o de nosotros mismos a veces, nuestra prioridad, estamos enseñando a nuestros hijos a respetar a los demás y a respetarse a sí mismos.  Como mujer, llevo con orgullo los títulos de Esposa y Madre, pero antes de casarme y de tener hijos, era Stephanie, y me niego a perderme de vista.

Contadme, ¿cómo lo hacéis vosotras?

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